jueves, 24 de marzo de 2011

Cómo no sufrí el atentado del 11-M

El 11 de marzo de 2004 Madrid se cubría de nubes y de lluvia para dar paso al mayor atentado ocurrido en Europa hasta la fecha. Las 10 explosiones casi simultáneas entre las 7:36 y 7:40 de la mañana, que se cobraron 192 vidas, y casi 2.000 heridos, dejaron un semblante de tristeza, de desolación y a la vez de fuerza, a un país que sorprendentemente supo afrontar el grave suceso ocurrido.

Desafortunadamente, se han escuchado muchas historias de personas que perdieron a seres queridos en aquella catástrofe; gente a la que su vida dio un giro inesperado, ciudadanos que aún tienen miedo de coger un tren al levantarse cada mañana. Y es que algo así es difícil de olvidar.

Pero también existen otras personas que por suerte o por fortuna, por azar o casualidades de la vida, vivieron un 11-M totalmente distinto al que muchos españoles tuvieron que afrontar.

Son las historias de personas que tuvieron su particular día 11 de marzo de 2004, y aunque sea difícil pensarlo, muchas veces no queremos confiar en el destino, y en esta ocasión, estas personas se abrazan a él más que nunca.

Mapa explosión 2 de los trenes en las inmediaciones de Atocha
El barrio de Pacífico, donde convergen las vías de tren de la estación de Atocha, fue uno de los barrios colindantes al atentado; muchas de las personas que allí residen, o por desgracia residían, vivieron aquel día bajo una tensión y una gran situación de alarma. Es el caso de Alberto y Sara Egea Alonso, dos hermanos que llevaban viviendo toda su vida en ese barrio, y no se esperaban que esa mañana las cosas fueran a tomar un giro tan imprevisible.

“Ese día nuestro barrio parecía fantasma”

Son las palabras de Sara, a la que todavía le es imposible olvidar los gritos, el ruido de ambulancias y coches de policía y de bomberos. Su hermano Alberto, nos cuenta cómo ese día se quedó dormido y no cogió el tren; estudiaba Formación Profesional en Getafe, y era su hora rutinaria de estar en la estación de Atocha, pero el hecho de que ese día prefiriera quedarse a dormir en casa, aún saltándose sus clases, fue lo que le salvó de caer en el atentado. Alberto se percató de que algo había pasado cuando tras escuchar un ruido, al cual no hizo mucho caso, el teléfono de su casa comenzó a sonar. Era su madre, que estaba muy preocupada; la zona se encontraba en un estado de colapso, ya que las llamadas entre teléfonos móviles no estaban operativas en su mayoría, y tanto Sara como Alberto tenían muchos conocidos y amigos que frecuentaban la estación de Atocha a esas horas. Alberto estuvo observando la televisión durante dos horas, hasta que se armó de valor para salir a la calle y afrontar con sus propios ojos lo que estaba ocurriendo. Se acercó con una amiga al puente de Pacífico, desde donde se pueden observar las vías del tren.

“Era una imagen muy mala”
Sara y Alberto, siete años después del atentado

“Se veía todo tirado alrededor del tren, había muchos papeles de periódicos, pertenencias de las personas por el suelo, había sangre y todavía estaban tapados algunos cadáveres. La mayoría de los heridos y los cadáveres se los llevaron al improvisado campamento sanitario que se hizo en el polideportivo Daoiz y Velarde. Fíjate que me acuerdo todavía que no estaba construido y que tiraron un muro entre las personas, los médicos, policía y los bomberos para poder llevarlos al polideportivo”

Sara y Alberto son el ejemplo de dos personas a las que la fortuna les sonrió. Sara aún todavía agradece haber tenido ese día las clases por la tarde, y así no tener que coger ningún tren por la mañana.

Pero por desgracia, otras personas no tuvieron la misma suerte. Es el caso de Jana y Óscar. Su historia ha sido transmitida por Jaime Fernández Domenech. Tres amigos del barrio de Coslada, de toda la vida, que vieron su sueño cumplido cuando fueron aceptados en la universidad para hacer la carrera INEF. Pero sus destinos ya se veían separados cuando Jaime decidió finalmente ir a la Universidad de Alcalá, hecho que le salvó la vida, mientras que Jana y Óscar se decidieron por la Universidad Complutense, en el centro de Madrid.

Jana y Óscar fueron dos de los pasajeros de aquel vagón maldito. Él estaba sentado muy cerca de la bolsa de los explosivos y desgraciadamente murió en el acto, salvándose así Jana por la protección que le proporcionó el difunto cuerpo de su novio.

Jaime Fernández
portavoz de Jana y Óscar

“Todavía noto como Jana se siente culpable por seguir con vida”

La metralla fue tan fuerte, que Jana ha sido operada cuatro veces del oído, y todavía tiene secuelas de aquel atentado. Y es que es difícil afrontar la continuación del resto de la vida tras sufrir algo así. Jaime habría sido un pasajero más de ese fatídico tren, si hubiese decidido elegir la misma niversidad que sus dos amigos. La pena de la pérdida de Óscar queda en su corazón y en su recuerdo, y siempre agradecerá su decisión de haber elegido aquella facultad.

El 11-M en nuestro país se vio reflejado en todas las caras de los ciudadanos, lágrimas y desazón; abuelos, padres, madres y niños. Todos y cada uno de ellos tuvieron una visión y una forma de vivir aquel día. El caso de Marcos Fernández Domínguez, nos llamó la atención por vivir aquella mañana una mezcla entre la inocencia y el duro enfrentamiento con la realidad.

Aquel 11 de marzo era su cumpleaños, y tras recibir las felicitaciones de su familia se puso en marcha para ir a clase. En un día así, todo el mundo comenta y murmura lo ocurrido, pero él, inmerso en la ignorancia y en  la felicidad de su celebración, se dirigía al colegio con una gran sonrisa.

Como todo niño que llega a clase y espera la felicitación de sus compañeros, Marcos se enfrentó a caras de pánico, y a una clase en la que nadie recordaba que aquel era su día especial.

“No me atrevía a decir que era mi cumpleaños”

Marcos Fernández
Actualmente con 24 años
Al enterarse de lo ocurrido, no mencionó nada sobre su felicitación y quedó completamente absorto con el tema.

Profesores y alumnos del colegio habían de coger el tren esa mañana, y los que ya estaban en el colegio, el San José de Cluny (Pozuelo de Alarcón), rezaron por ellos. Por fortuna, todos estaban a salvo. “Fue de estas cosas increíbles; a un profesor le cerraron las puertas del tren porque no llegó a tiempo, una alumna se bajo antes porque había olvidado unas cosas, etc.…”

Fue un largo día; un día de desidia y de pena. Cuando Marcos llegó a su casa, prácticamente había olvidado que había cumplido 17 años.

Aquel jueves, Madrid se convirtió en una ciudad unida y fuerte; se enfrentó a la mayor catástrofe que se había vivido nunca en nuestro país, y se demostró la capacidad de actuación de nuestros medios de seguridad. Siempre recordaremos esa fecha con dolor, diremos adiós una vez más a las víctimas de aquel fatídico atentado, y sonreímos a aquellas que aquel día se levantaron con la suerte de su lado y pudieron “no vivir” una tragedia de tal calibre.


viernes, 11 de marzo de 2011

"Me hubiera gustado estudiar fotoperiodismo"

Manuel Rodríguez, fotógrado y amante de su profesión. 



Los periodistas que se dedican al fotoperiodismo son conocidos por lo general como reporteros gráficos o fotoperiodistas y en su mayoría son fotógrafos. El desarrollo del periodismo gráfico puede rastrearse desde los mismos inicios del desarrollo de la fotografía y tiene una notable relación con la fotografía artística.

Este es el caso de Manuel Rodríguez, fotógrafo de profesión, y editor y socio de SEVENPIXNEWS, una agencia fotográfica situada en Madrid, que nace en febrero del 2009, con la intención de cubrir las necesidades informativas de los medios de comunicación. El interés por la fotografía ya le venía de familia.


-Mi padre era fotógrafo y el hecho de verle siempre viajando, las horas que pasaba en el estudio de casa revelando fotos, todas aquellas maravillas que contaba y todo lo que sabía de cámaras... no sé, encendió las ganas de un mundo que quería conocer.

- El inicio de todos los profesionales del mundo periodístico es duro, pero ¿Cómo han sido tus inicios?

- Pues lo cierto es que mis principios fueron buenos. Empecé a acompañar a mi padre, le ayudaba a llevar el equipo, y poco a poco me fue enseñando usos de los objetivos, de las cámaras, y me fui soltando; empezaba a hacer cosas por mí mismo.

 - Empezando desde casa. ¡Dónde mejor! ¿Y qué fue lo siguiente?


- Mi padre trabajaba como redactor jefe de fotógrafos en Europa Press y tras estudiar formación profesional de fotografía entre como becario a trabajar allí. Después, tras un tiempo trabajando en la agencia, comencé a emprender la profesión.

- Tu trayectoria profesional, desde el principio, ha estado marcada por la figura paterna y por los trabajos que desarrollaba tu padre. ¿Te querías parecer a él o tenías otros proyectos pendientes?

- Tras dejar Europa Press tuve varios intentos de crear una agencia, que era mi sueño. Una gran agencia de fotografía. Mi padre sobre todo trabajaba para el Rey, le gustaba más la libertad y la autonomía que le daba trabajar en la Zarzuela en cuanto a los temas que tenía que realizar. Yo deseaba tener mi propia empresa, aunque sin duda, hasta que lo conseguí, trabajaba principalmente como paparazzi.

- ¿Qué nos puedes contar del trabajo como paparazzi? ¿Es muy sufrido?


 - Lo cierto es que "hay que echarle horas" y tener mucha paciencia, a veces el famoso "se hace de rogar" (comenta entre risas). Pero también es un trabajo en el que conoces a muchos otros fotógrafos, te da cierta experiencia y bueno, siempre acabas compitiendo un poco por “las exclusivas”; siempre quieres tener la mejor foto.


- Tras el papel de paparazzi, introduciéndonos en tu trayectoria profesional, hay que recalcar tu paso por IPA PRESS. ¿Qué recuerdos te trae esta agencia internacional?

-¿IPA PRESS? Una agencia en la que estuve como director junto a otro colega durante 3 años, llevando fotografía de personajes públicos. Pero yo ya no estaba en la calle, yo me dedicaba a la edición de fotografías y selección, aparte de dirigir la agencia.

- ¿Qué vino después de IPA PRESS?

-Después de IPA PRESS, monté SEVENPIXNEWS con otro socio, y en esa es en la que actualmente trabajo; es la agencia que soñaba tener, aunque actualmente estoy con otro proyecto en mente. Continuo en la parte de edición, teniendo a mi cargo a varios fotógrafos.

- ¿Qué trabajos realizáis actualmente en SEVENPIXNEWS?

-Trabajamos con revistas del corazón de todo el país, habiendo publicado también portadas en periódicos nacionales, con fotografías de la Familia Real, ya que yo mismo trabajo mucho con ella. Lanzamos un canal de vídeo, con pequeños reportajes en la calle, pero no terminó de fluctuar. También nos movemos en las redes sociales como Facebook, Tuenti, Twitter y por supuesto los trabajos constan en nuestra web.

- Podemos observar que tu sueño se ha visto cumplido. Pero, ¿cambiarías algo de tu carrera profesional?

- Hombre, siempre se pueden cambiar ciertas cosas; todo siempre es mejorable. Y mi caso no es ninguna excepción, de hecho, claramente me hubiese gustado prepararme muchísimo más, y poder haber estudiado fotoperiodismo.

 - ¿
Pero fotoperiodismo no es igual que ser fotógrafo?

- No. En fotoperiodismo se aprende y se practica el método básico de trabajo del informador gráfico y la manera de aplicar el método en los diferentes géneros informativos y especialidades. Es mucho más complejo que ser simplemente fotógrafo.  

El fotoperiodismo es una buena salida profesional para los futuros periodistas, ya que se selecciona el equipo y material en cada caso, se localizan las fuentes de información y el mantenimiento del contacto. Se prepara la documentación, la realización, se archiva el material y se fomenta el envío y acceso a los diferentes medios que constituyen el mercado de esta actividad. Actualmente se incluye en las optativas finales de la carrera de periodismo, para que así, los jóvenes universitarios puedan empezar a formarse e interesarse por esta especialidad lo más pronto posible.